Limpieza de visillos

Descolgamos los visillos y los ponemos en un barreño grande con agua tibia, a la que añadiremos un detergente suave.

Tras haberlos metido en el barreño con agua y detergente, los removemos un poco con las manos -siempre es bueno usar guantes- para que comiencen a soltar la suciedad y añadimos bicarbonato, si nuestros visillos son blancos, para que recuperen ese tono perfecto que siempre va oscureciéndose por el paso del tiempo o la incidencia del sol. Si son color crema, añádeles, en lugar de bicarbonato, una infusión de té. Una vez que tenemos todo mezclado, los dejamos en remojo durante aproximadamente hora y media para que suelten bien la suciedad y el bicarbonato o té actúen. Si quieres, mientras, puedes echar mano de otro de nuestros trucos y proceder a limpiar la vitrocerámica.

Ya tenemos nuestros visillos limpios y llega el momento de añadir el azúcar. Un par de cucharadas  nos servirán. ¿Para qué? Pues este sencillo truco nos sirve para que los visillos no salgan del agua demasiado arrugados y listos para dejarlos secar mientras están de nuevo colgados.

Unos visillos limpios y radiantes contribuirán a que en la habitación entre mejor la luz, así que no dudes en realizar este proceso al menos una vez cada 3 meses.